por Biol. Andrés Kobe
Como revisamos anteriormente, la implicación del ser humano en la introducción de especies exóticas es clara, por lo que hemos generado un efecto domino negativo en el ecosistema. El impacto que generan las especies exóticas puede ser tal, que se agotan recursos de un determinado ambiente o incluso, se extinguen especies nativas.
A lo largo de los años, lo expertos han recopilado información sobre los animales más invasivos y sobre el daño producido por los mismos, estableciendo la Base de datos Global de Especies Invasoras (GISD) de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN). En este artículo veremos algunas de las especies más perjudiciales de la actualidad junto con una revisión histórica.
Considerando que el rol del ser humano como dispersor, accidental o intencional, es el más determinante en el establecimiento de especies invasoras, no resulta sorpresivo que los animales domesticados sean los más perjudiciales para el ecosistema. Hace unos 3,000 años, al este del Mediterráneo se inició la domesticación del gato común (Felis catus). El éxito de su domesticación más adelante sería el factor que fomenta el impacto casi incalculable de los gatos ferales. Su capacidad de adaptación les permite explotar casi cualquier ambiente del mundo y su sigilo en la cacería los hace un depredador tope, a pesar de su tamaño.
Los perros ferales (Canis lupus familiaris) han sido causa de pérdida de poblaciones de otros Caninos en Norteamérica y el Oeste de África. La formación de jaurías de más de 20 individuos y su rápida dispersión, genera una fuerte competencia contra zorros y coyotes, que suelen ser solitarios, llegando a desplazarlos totalmente. En algunas islas del Pacífico y el Caribe, los perros reducen drásticamente poblaciones de lobos y leones marinos al cazar a las crías y juveniles mientras están fuera del agua.
En cuanto a reptiles y anfibios, el tráfico ilegal junto con la exportación masiva de cultivos, han llevado a algunas especies a sitios nuevos y su sorprendente adaptación los ha convertido en amenaza. En el blog anterior, vimos el caso del Sapo de la Caña (Rhinella marina) en el noreste de Australia. En casi todo el mundo existe una especie todavía más abundante, la Rana Toro Americana (Lithobates catesbeianus). Empleada en la cocina exótica para la preparación de ancas de rana, su demanda en el mercado llevó a la crianza y transportación masiva de estos anfibios. El mercado ilegal y muchas liberaciones irresponsables (sin supervisión ni aval legal) llevaron a algunas ranas a colonizar y sobrepasar los entornos fuera de Norteamérica.
Los reptiles han sido más demandados que los anfibios para el cautiverio no oficial («mascotas»), así que cuentan con más ejemplos de invasión. El estado de Florida (E.U.A) es actualmente una región altamente afectada por especies invasoras, contando con 40 especies de lagartijas y serpientes originarias de otras zonas del planeta. Pitones Birmanas (Python bivittatus), Pitones Roca (P. sebae), Iguanas verdes (Iguana iguana) y Varanos (Varanus niloticus) han generado un desequilibrio ecológico sin precedentes. Todo derivado de liberaciones no reguladas de estas especies exóticas en los pantanos.
En Guam y varias islas del Pacífico la introducción de la Culebra Arborícola Parda (Boiga irregularis) ha acabado totalmente con aves y lagartijas oriundas. Un evento similar comienza a observarse en islas del Caribe con la introducción de la Boa Constrictora (Boa imperator).
En cuanto a lagartijas, las dos especies más invasivas son los Geckos de Casa (Hemidactylus frenatus y H. mabouia). Estas lagartijas de Eurasia, se han adaptado a casi toda América, logrando desplazar a los geckos nativos más pequeños y consumiendo parte de los invertebrados de la zona.
Como se ha visto, la liberación de “mascotas” genera más problemas que la aparente solución de dejar al animal en vida libre. Un caso muy fuerte que sustenta la problemática de liberar mascotas, es el de la Tortuga de Orejas Rojas o Japonesa (Trachemys scripta). Su popularidad en el mercado desde 1989 y hasta principios del 2000 produjo la exportación de más de 52 millones de ejemplares. La longevidad de estas tortugas y su dieta, llevo al público a liberar individuos en estanques, ríos y lagos, al no poder mantenerlas o al cansarse de ello. Su alimentación omnívora cambia la estructura y dinámica del entorno, incluyendo la reducción de algas y plantas acuáticas, fundamentales en la oxigenación del agua y como base de las cadenas alimenticias.
Con todo lo visto de manera resumida en este artículo, es fundamental comprender la necesidad de dejar las acciones de liberación de fauna a los profesionales y con aval legal, para evitar mayor impacto por parte de especies invasoras. Al mismo tiempo, el control de fauna feral o exótica también debe dejarse a instituciones y profesionistas competentes.
Para más información sobre las especies invasoras o consultar el catálogo: http://www.iucngisd.org/gisd/index.php