por Andrés Kobe Solares
México es un país megadiverso, por lo que no es de extrañar que cuente con más de 850 especies de reptiles, y cerca de 390 son serpientes. Analizando estos números podríamos asumir, de acuerdo al mito popular, que la mayoría de las serpientes son venenosas. Pero, ¿qué tal si la cantidad de serpientes venenosas en México no es tan alta como se piensa?
El territorio nacional cuenta con poco menos de 80 especies de serpientes venenosas, menos de un cuarto del total de serpientes. Con una cantidad claramente inferior a lo que podría imaginarse, es necesario desenterrar hechos del pasado para ver qué factores han llevado a ciertas serpientes a desarrollar veneno, también podremos dar un vistazo a la agitada vida que deben llevar estos animales que almacenan un costoso y letal líquido.
Si pensamos en el periodo Cretácico en la Era del Mesozoico, hace más de 85 millones de años, probablemente los dinosaurios serían los protagonistas del panorama, pero desde entonces las serpientes empezaban a rondar la Tierra, sin embargo es tras la extinción de los dinosaurios y durante el Paleoceno, ya en la Era del Cenozoico (hace 60 ma) que inició el dominio de las serpientes, con especies tan grandes como la Titanoboa y la Gigantophis. Ninguna de estas es venenosa, las razones principales de la falta de veneno son, su gran tamaño (mayores a 10 metros) y los ambientes donde vivían.
No pareciera que un lugar donde se vive pudiera influir tanto en la evolución de una herramienta tan formidable como es el veneno, pero es que las interacciones o relaciones que un animal lleva con otros animales y con el mismo ambiente determinan en gran medida la capacidad de supervivencia del animal. Miembros de la familia de las boas, pitones y anacondas alcanzan, en su mayoría, grandes tallas por que les permite dominar sus territorios en cuestión de alimentación. Básicamente a una pitón no le compiten muchos animales por alimento.
Entonces, la evolución del veneno es principalmente el resultado de las presiones de selección que ejerce un determinado ecosistema. Para dejarlo más claro, una Cascabel en el norte de México desarrolló veneno debido a las inclemencias del clima en los desiertos, la falta de alimento constante, la competencia por el poco alimento disponible y la presencia de posibles depredadores (coyotes, águilas y halcones). Ahora, todos esos factores pueden repetirse en otros ecosistemas (bosques, selvas, etc), ¿por qué no todas las serpientes desarrollan también veneno?
La respuesta puede encontrarse en la composición de los venenos. Proteínas y enzimas son la base de los venenos, por lo que un alto contenido de esto vuelve a los venenos complicados de producir, así que una serpiente debe gastar mucha energía en producir veneno, pero además debe alimentarse, defenderse, termorregular y reproducirse. Quiere decir que ser venenoso no es tan fácil como parece.