El arte en el uso de colores en Serpientes

por Biol. Andrés Kobe

Al estar en constante competencia por recursos con otras especies, los animales se adaptan y emplean diversas estrategias para sobrevivir. Probablemente, unas de las más complejas e interesantes, son las señales visuales de advertencia y alarma. En aves, los despliegues conductuales y las plumas ornamentales juegan un papel primordial para destacar las señales, básicamente para que sean lo más evidentes posibles.

Dentro de la herpetofauna (anfibios y reptiles), la usual ausencia de elementos corporales conspicuos (vistosos o llamativos), fomenta el uso de pistas visuales basadas en la coloración. En ranas, es sumamente conocida la coloración de los dendrobátidos (ranas dardo) y su aparente uso para advertir sobre ponzoña (secreción de toxinas). En reptiles existen estrategias similares en algunos grupos, pero la desinformación ha llevado a pensar que todos los reptiles que poseen coloración conspicua deben ser venenosos o ponzoñosos, por lo que algunos grupos de geckos o salamanquesas diurnas y otras lagartijas de colores “brillantes” resultan perseguidas y muchas veces eliminadas.

A pesar de la problemática que puede haber con la interacción que tienen los reptiles con el ser humano, en el ecosistema el uso de este tipo de coloraciones puede ser la diferencia en sus posibilidades de sobrevivir. Las serpientes son un claro ejemplo del uso de colores que resaltan, aunque solo el 25% (aprox) de las casi 4000 especies de serpientes sean venenosas. Las coralillo (Micrurus y Micruroides) son las más famosas de las serpientes coloridas; estos elápidos de América pueden emplear el patrón corporal de una manera similar a las ranas dardo.

Claro que al pensar en coralillos es normal recordar de forma inmediata a un grupo de culebras conocidas como falsas corales, las cuales podrían considerarse como maestras del engaño. El asemejarse en coloración a otra especie sin contar con las mismas “armas” (veneno en este caso) se le conoce como mimetismo batesiano. Este sistema funciona particularmente con coloraciones aposemáticas, las cuales son llamativas, pero, además, indican riesgo, sin importar que no exista veneno en las falsas corales. Múltiples géneros de culebras se especializan en este tipo de mimetismo, de los cuales destacan, Lampropeltis, Rhinobothryum, Scaphiodontophis, Scolecophis y Tantilla. Además, algunos dipsádidos (otra familia de serpientes) como Erythrolamprus, Oxyrhopus y Pliocercus.

Debido a que en un ecosistema tropical pueden encontrarse tanto coralillos como falsas corales, resulta comprensible que culebras y dipsádisos presenten estas coloraciones como mecanismo de “copia” que les permita engañar a posibles depredadores. Sin embargo, con esto entra en consideración otra cuestión, en relación con los seres humanos, y es que, con la curiosidad nata de las personas, llegan a preguntarse: ¿Cómo diferenció coralillos de falsas corales?

En realidad, es posible dar respuestas concretas y si existen diferencias, pero las características morfológicas pueden ser difíciles de apreciar para quien no se especialice en estudiar serpientes (ausencia de escama loreal en las coralillo, por ejemplo). Aunado a esto, los patrones de coloración son tan variados en coralillos y en falsas corales, que no es posible considerar los patrones como una diferencia. Esto puede verse ejemplificado en las especies Micrurus laticollaris (México) y M. mipartitus (Panamá y Costa Rica), las cuales se asemejan más en coloración a falsas corales. Entonces, las ideas y preceptos que existen sobre los patrones como diferencia entre venenosas y no venenosas, se descarta.

Por lo que la respuesta más adecuada a tal pregunta resulta ser: no es necesario averiguarlo (a menos que estudie serpientes). Fomentar el respeto por las serpientes, comprendiendo su importancia en los ecosistemas y sobretodo evitando manipular o acercarse a animales sin contar con capacitación y experiencia para ello, debe ser prioritario para prevenir accidentes tanto para humanos como para serpientes.