por Biol. Andrés Kobe
A partir de los 80s se detectó una baja poblacional importante en las poblaciones de diferentes anfibios de Centro y Sudamérica. Se marcaron como principales factores, la fragmentación de sus hábitats, la introducción de especies exóticas, el calentamiento global, y la sobreexplotación de recursos naturales. Una década después se apreció una baja poblacional de algunos anfibios en zonas protegidas, particularmente en altitudes mayores a los 1,200 m (sobre el nivel del mar). Por lo que surgió una gran pregunta, ¿qué ha ocasionado este declive en zonas protegidas?
Culminando el siglo XX se identificó al principal sospechoso en el caso, Batrachochitrium dendrobatidis, un hongo con alta capacidad de degradación de queratina; esta capacidad de degradación, afecta a Anuros y Salamandras por su sensible piel semipermeable. Al mismo tiempo, en África y Oceanía se mencionaron los primeros eventos de Quitridiomicosis.
Podemos considerar para Centroamérica a los géneros Atelopus (Sapos Arlequín) y Craugastor (Ranas Ladradoras) como los principales afectados por la Quitridiomicosis, pues estos se consideraban como animales abundantes en Nicaragua, Costa Rica y Panamá, y a partir del siglo anterior, los avistamientos de estos grupos son escasos.
En base a esto, planteó la siguiente interrogante, ¿por qué el Batrachochitrium ha tenido tal impacto en los anfibios? Respondemos analizando los ambientes en los que podemos encontrar anfibios y por supuesto a este hongo. Los bosques lluviosos y premontanos de Centroamérica son altamente húmedos, idóneo para el crecimiento de hongos, además de encontrarse a altitudes mayores, lo que disminuye la temperatura promedio y permite el desarrollo e infección por parte del hongo.
Precisamente, el último elemento (temperatura) es la clave para entender la Quitridiomicosis y su impacto sobre los anfibios. Conforme aumenta la temperatura (más de 30°C) el hongo es afectado y no logra desarrollarse adecuadamente, por supuesto tampoco puede a tempearturas muy bajas. Así que, los bosques de Centroamérica y las condiciones ambientales en las que viven la mayoría de los anfibios permiten la prevalencia del hongo.
Siguen surgiendo estudios para determinar el impacto a mediano y largo plazo de esta micosis. Es realmente importante considerar, además, los cambios ambientales que se han generado en años recientes y su posible relación con la Quitridiomicosis.